La influencia escocesa que verás en la moda de otoño
Cuando en la década de 1920 Coco Chanel ideó el bautizado como Tweed suit para escapar de los corsés de la época estaba llamado a ser icónico. Y eso que muchas fueron las que se echaron las manos a la cabeza cuando vieron esa combinación de chaqueta y pantalón inspirada en piezas deportivas confeccionado en ese tejido nada lujoso que hasta ese momento se utilizaba en fábricas de sarga escocesas en el terreno exclusivamente masculino. Podía haber sido un auténtico fracaso y, sin embargo, terminó siendo emblema de la casa junto con la camelia de color blanco. Tanto que muchas son las mujeres consideradas referentes de estilo -Jackie Kenedy y Diana de Gales son los mejores ejemplos- que a lo largo de estos años han sabido hacer suyo este traje que tanto ha supuesto para el mundo de la moda.
Hasta tal punto ha inspirado esta prenda propia de la primera ola feminista del siglo XX que a lo largo de la historia se ha reinterpretado multitud de veces y de formas muy distintas. Desde las más canónicas, simplemente cambiando la paleta de colores, hasta las rompedoras, que acaban con los patrones y las formas clásicas para emplear otras completamente diferentes. Esta temporada, precisamente, vive uno de sus momentos de esplendor. La propia casa francesa apostó en el desfile de su colección otoño-invierno 2021/2022 por hacer que el tweed estuviera presente casi a modo de reivindicación en cada uno de los looks que se vieron sobre la pasarela. Y claro, a esta le han seguido el resto de nombres de la industria para darle una vuelta de tuerca a este clásico.
Lo verás en pantalones, en abrigos, en monos... por supuesto también como traje de chaqueta y falda siguiendo en lo que en realidad no es más que la continuación de lo que ya venía avisándose desde la primavera, cuando los conjuntos de una parte superior y una inferior a juego pasaron a ser imprescindibles. Digamos que es la adaptación invernal de esta tendencia que aboga por el total look.
Toca pensar en este tejido no como en algo propio de un armario clásico en el que está claro sigue teniendo cabida de forma mayoritaria, sino también como algo contemporáneo. El reto ante el que nos encontramos es el de saber jugar con el tweed de la misma forma que lo hacemos con el vaquero, con el punto o con el cuero en estilismos que no tienen por qué ser formales sino que están pensados también para mostrarse desenfadados. Por ejemplo, la cazadora tipo perfecto con sus connotaciones cañeras ya no es determinante sino que esta cambia drásticamente para convertirse en una pieza sofisticada por obra y gracia del tweed.
En las faldas, por ejemplo, no todas las que están confeccionadas en este material son a la altura de la rodilla y entubadas, las hay mini, las hay con aberturas y hasta asimétricas, del mismo modo que se revisan los largos de los vestidos y se estrechan los pantalones para alejarla de lo que hasta ahora entendíamos por esta tendencia. La clave está, como siempre, en descontexturalizarlo por completo.
Un truco para quien no se atreva a probar con el tweed porque sea incapaz de desterrar la idea del sanbenito que le colgaron de vestuario de "abuela" casi a modo de estigma es el de introducirlo en pequeñas dosis de forma paulatina. Una sola prenda bastará para que cogerle el gusto.
Porque, como decíamos, no se trata de llevarlo de manera literal con un conjunto de chaqueta y falda (aunque también así se ha visto mucho entre las asistentes a los desfiles en las recién celebradas semanas de la moda y puedes encontrar multitud de referencias en Instagram de las que estaría bien orgullosa Coco Chanel, si te atreves esta es la mejor manera de salir airosa) sino de combinarla como el cuerpo te pida. Puede ser en formato top con unos jeans y unas zapatillas, con una falda a la que le añadas un top informal y unos botines, recreando un uniforme escolar con calcetines altos y mocasines, como chaleco... que toda la historia que precede a esta lana áspera no te frene a la hora de sacar tu creatividad.
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