France 24
Cada día se presentan tres denuncias por intolerancia religiosa en Brasil. Solo en el primer semestre de 2022 se elevaron 545 llamados, según datos del Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos. Se trata de un aumento del 45,6% respecto al mismo periodo del año anterior. Además, el 78% de los sacerdotes de las religiones afro sufrió algún tipo de violencia. Reportaje de Valeria Saccone y Amin Guidara. São Paulo es el estado con más casos de intolerancia religiosa, seguido de Río de Janeiro. En esta ciudad, en los últimos años a las tradicionales ofensas contra los seguidores de estas religiones se ha sumado la destrucción de los ‘terreiros’, como son llamados los templos dedicados a la umbanda y al candomblé. Los responsables son en muchos casos narcotraficantes que en la cárcel se convirtieron a la religión evangélica. En 2019, una de las principales facciones del narco carioca, el Terceiro Comando Puro, invadió un conjunto de cinco favelas, rebautizado con el nombre de 'Complejo Israel'. Acto seguido, prohibió los cultos en los ‘terreiros’. El líder de esta facción es el narcotraficante Álvaro Malaquias Santa, conocido como ‘Peixão’. En una de las incursiones para destrozar estos templos afro, su grupo de matones dejó en la pared el mensaje “Jesús es el dueño del lugar”. Ocurrió en la ciudad de Nova Iguaçu, en la periferia de Río de Janeiro, que junto a Duque de Caxias suma un número récord de denuncias por intolerancia religiosa. “Aquí en Nova Iguaçu hubo un número muy grande de depredaciones, invasiones e incluso un ‘pai de santo’ (sacerdote) fue asesinado en una favela”, cuenta Itamara Silva, guía espiritual del candomblé, una religión que llegó a Brasil de la mano de los más de cinco millones de esclavos africanos. Detrás de la intolerancia religiosa está el racismo estructuralSu centro se encuentra a pocos minutos del que fue devastado por esos narcos evangélicos. La ‘mãe de santo’ responsable del ‘terreiro’ destrozado fue amenazada de muerte y desde entonces no se atreve a hablar con los periodistas. Hoy Itamara da voz a los que temen por su vida. Hizo una maestría en Psico-Sociología sobre el crecimiento de ataques religiosos en su ciudad. Pero a pesar de su perfil militante, reconoce que tiene miedo.“Mis amigos me dicen: hermana, sal de aquí, esto es peligroso. No sigas denunciando los ataques. Déjalo”, cuenta. Los narcos no son los únicos responsables de las agresiones. “Detrás de la intolerancia religiosa está el racismo estructural”, señala Geraldo Bastos, investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro.“Es un proyecto de Estado, un proyecto político que quiere que los cristianos sean hegemónicos, que puedan disfrutar de sus todos sus derechos, mientras que las otras religiones como el espiritismo, la umbanda y el candomblé queden fuera”, añade. Las herramientas de las autoridades para combatir los ataques de carácter religioso no son suficientesPara intentar frenar las agresiones, en 2006 fue creada en São Paulo la Comisaría de Crímenes Raciales y Delitos de Intolerancia (Decradi), una división de la Policía especializada en este tipo de crímenes.Posteriormente, la Decradi fue implantada en otras ciudades de Brasil como Río de Janeiro y Salvador de Bahía. Para Ivalda Aleixo, directora del Departamento de Homicidios de la Policía Civil de São Paulo y responsable de la Decradi de esta ciudad, el auge de Internet permitió que se disparase el número de ataques contra los ‘terreiros’. Al mismo tiempo, brindó un cierto anonimato a aquellas víctimas que tienen recelo de denunciar.“El trámite burocrático puede ser realizado en cualquier unidad de la Policía, pero existe también la comisaría electrónica, que además se encarga de los crímenes contra los LGBTI. Entonces si la víctima no quiere venir hasta aquí, no importa. Ella denuncia por Internet y se tomarán providencias en relación a su queja”, explica esta comisaria. El trabajo investigativo de la Policía funciona como elemento disuasorio, pero no consigue frenar las agresiones. Nelson Colino Júnior, un investigador que trabaja desde hace 18 años con este tipo de delitos, ha comprobado que la intolerancia religiosa a menudo se mezcla con el machismo y la homofobia. “A diferencia de otras religiones, la umbanda y el candomblé fueron las primeras que colocaron a las mujeres como líderes espirituales, además de homosexuales y negros. ¿De qué se tiene prejuicio? ¿Es de la religión, de los collares que se usan en la umbanda y en el candomblé, de sus divinidades? ¿O es contra el liderazgo de una mujer, el empoderamiento de la mujer, de los negros y de los homosexuales?”, pregunta Colino. Este policía recuerda que los narco-evangélicos que destruyen los templos en Río de Janeiro representan una excepción dentro del panorama nacional. Lo más habitual son las ofensas verbales o a través de las redes sociales.No todos los evangélicos son radicales, ni apoyan la represión y el uso de la violenciaEn Río de Janeiro, el pastor y cantante Kleber Lucas ha mostrado en más de una ocasión su apoyo explícito a las religiones de matriz africana. Su actitud le ha costado varios ataques por parte de sus fans, especialmente una vez que cantó en un ‘terreiro’ destruido y reconstruido con la ayuda de algunos pastores evangélicos. “Antes de ser un pastor, antes de ser un cristiano, soy un hombre negro que creció en una favela. Yo fui criado en un ambiente muy plural. Cuando era pequeño, muchas veces fui alimentado por los ‘pais de santos’ de la favela. Desde el momento en que, siendo un hombre público, veo ‘terreiros’ atacados, víctimas de la intolerancia religiosa, no puedo quedarme callado”, señala este artista de la música góspel, que incluso cantó en la investidura del presidente Lula y acaba de grabar una canción con Caetano Veloso. “Yo soy amigo de los ‘macumbeiros’. De vez en cuando, estos fieles con sus tambores aparecen aquí en mi iglesia. Y está todo bien. En la mesa de Cristo cabe todo el mundo”, afirma Kleber a sus feligreses durante el culto evangélico. Este pastor progresista es el ejemplo vivo de que no todos los evangélicos son intolerantes, ni se identifican con el fundamentalismo religioso.